Por: Martiniano Acosta
A primera vista, Analectas, parece un antiguo nombre de mujer griega. Descarto esa primera impresión Supongo que a muchos lectores les ha picado la curiosidad de conocer su significado. Infiero que fue rescatada del cementerio de las palabras y puesta en circulación. La duda del significado del léxico sigue su curso y me lleva a pensar en la escasez de vocabulario, en el poco empleo que le damos a nuestra voluminosa lexicología castellana.
Así que la curiosidad me conduce a las galerías del diccionario en donde duermen o están enterradas las palabras. Dice su definición la R.A.E: “Antología de textos literarios. Cosas recogidas. Florilegio.” Entonces, el término ya se me hace amable y se ajusta con todo el contenido del libro en el que encuentro “textos de denominación diversa”.
Clarificada la parte semántica, presento el título del libro: “Analectas sociológicas y literarias” uno de los tantos libros escritos por José Luis Garcés González, Ediciones El Túnel, Montería, 2020. Autor nacido en Montería, escritor, ensayista, conferenciante, investigador. Representante legal del Grupo El Túnel, de Montería, Colombia. Columnista del Espectador y ganador de muchos concursos de cuentos, libros de cuentos y de novela.
En la contraportada encuentro la siguiente explicación del mismo autor, lo que me da la dimensión de los recorridos que ya han hecho sus analectas: “Analectas sociológicas y literarias está conformada por crónicas, ensayos, reflexiones y de denominación diversa. Algunos fueron publicados en diarios capitalinos, y en periódicos, suplementos y revistas del caribe colombiano. Otra porción se mantiene hasta hoy inédita. Sus temas son múltiples y no se someten a la tan discutida unidad temática”.
En mi condición de lector, conjeturo que este libro debió tener sus partos dolorosos: horas trabajadas, noches de insomnio, lecturas obligadas de otros textos, reflexiones permanentes, revisión e investigación constante hasta lograr el producto final. El resultado produce satisfacción y si es publicado, más tarde, el goce que se percibe, llega a un estado mayor.
No disertaré sobre las crónicas, los ensayos o reflexiones (con esta posición no estoy desmeritando ningún texto, al contrario, reconozco sus calidades, elogio los comentarios de su autor, el profundo tratamiento que le da a cada temática, su redacción impecable, .provocadora sumada a sus reflexiones filosóficas sobre cada tema). Siendo sincero, escogí para este comentario algunas que me llamaron la atención intensamente.
Valga la pena aclarar que el libro fue dividido por el autor en Primera Parte la cual contiene textos de la literatura universal de autores ya clásicos: Umberto Eco, George Orwell, Karl Marx, Renato Descartes, Albert Camus, Marqués de Sade. De esta primera parte, destaco dos ensayos titulados: “Breve Historia de los pies”: Original. Sugestivo. Atrayente. Y “De la sátira y sus alrededores”: Redacción impecable. Investigación bien sustentada. Documentación pertinente. Diría que el paladar literario las saborea como vino madurado en cavas subterráneas.
La Segunda Parte del libro está dirigida al entorno cultural, literario, folclórico, tradicional, sociológico de poetas, narradores, investigadores y periodistas de su terruño afirmando su identidad, destacando su producción cultural y literaria, relevando la fuerza terrígena, la impetuosidad de los ríos, resaltando los valores de la gente que trabaja la cultura, la literatura, la investigación. Mostrando autores que muy poco han tenido el apoyo de las entidades gubernamentales.
Precisamente este libro tiene la virtud de enfatizar, de exaltar a personajes como: Manuel Zapata Olivella, el osado mayor”, “David Sánchez Juliao: las etapas creativas de un escritor”. Álvaro Bustos González, Gabriel García Márquez, Adolfo Pacheco, Guillermo Valencia salgado, José Manuel Vergara, Benjamín Puche Villadiego, Rafael Yances Pinedo, Eduardo Pastrana Rodríguez.
Todo ese “mundillo” literario, sociológico, antropológico descrito en cada crónica está sostenido por un lenguaje elaborado por largos años de experiencia como narrador, investigador y periodista. En ese sentido, apunto brevemente a un rasgo estilístico que me interesó. Me refiero a las frases cortas, verbos, adjetivos, y sustantivos empleados de manera seguida, dicha estructura me hace intuir que quiere resaltar, reforzar, la idea expuesta para que quede grabada en la memoria del lector. Por ejemplo: “Creo que la prosa de Rafael Yances Pinedo es esencialmente literaria. No quiere decir retórica. Es una prosa que dice, pero no grita. Que denuncia, pero no aúlla. Que satiriza, pero no destruye…” (pág. 164). De igual manera: “Ni el rayo, ni el trueno, ni la centella” (pág. 195). O escribe: “Ojos que miran desde el fondo…” “Ojos que siembran…” “Ojos que deletrean…” (pág. 187). O escribe: “su oralidad era, es, caliente, reverberante y vertiginosa. Oralidad para convencer” (pág. 219)
Pero, más allá de esas estructuras gramaticales, considero que el estilo “garcesiano”, especialmente, en este texto: “Analectas sociológicas y literarias”, está hecho de sus sueños, de la naturaleza que lo rodea, de sentimientos entrañables, de emociones vividas, de afianzar la identidad costeña, de mostrar el valor de la filosofía popular desdeñada por las élites, de resaltar los valores iconográficos del pueblo como en la música el porro, y en la artesanía, el sombrero vueltiao, del burro en la literatura, de las feroces luchas campesinas para que no los desplacen de su tierra. Dar el valor que merecen poetas, músicos, filósofos, investigadores, gente que se ha “quemado las pestañas” y qué mejor que este medio disponible el de un libro para que todos conozcan la palabra meritoria de cada uno de ellos a través de las reflexiones de José Luis Garcés González.
Arriba había mencionado las analectas que me atraparon: “De la sátira y sus alrededores”, “Breve ensayo sobre los pies”, “Amor de gato” y “Trilogía conjetural del amor”, tal vez, por mi afinidad con el género narrativo. Reitero, no excluyo los otros trabajos escritos con el mismo aguacero de emociones con las que José Luis riega todas las páginas en medio de profundas reflexiones filosóficas acerca de la identidad de su terruño, la filosofía popular, los libros escritos de sus amigos, la historia como fuente básica de investigación.
De la Primera Parte, como un abrebocas, muestro los fragmentos:
De la sátira y sus alrededores. “La palabra sátira parece tener algunos familiares cercanos. Pero no nos confundamos. Los vocablos sátira o satiriasis se semejan en grafía a sátira, pero no en su semántica. Sátiro y satiriasis tiene alta la libido. Sátira, en cambio, tiene alta la mordacidad o la crítica; al parecer, algo poco sexual.”(pág.29)
Breve ensayo sobre los pies: “Desde antes de nuestra era están los pies en la mitología, en la historia y en la literatura. Sin incluir la ciencia y los caminos. Van algunos ejemplos. Los griegos, en La Ilíada, llamaron a Aquiles “el de los pies ligeros”. En la tragedia Edipo Rey, de Sófocles; se narra que Layo, soberano de Tebas, tuvo un hijo que, según el oráculo, le daría muerte a su propio padre; para intentar evitar ese asesinato, Layo le ató los pies con unas hebillas al recién nacido y lo mandó a botar al bosque (…) Mérope lo llamó Edipo, “el de los pies hinchados”(pág. 51). “Los pies de Cristo…” (pág. 51)
De la segunda parte del libro:
“Amor de gato” : “Un gato está encima del techo de la casa vecina. Maúlla. Mira hacia acá y maúlla. No se atreve a lanzarse. Con seguridad le gustaría venir. Maúlla. Es un gato blanco con pecas negras. Mira con el ceño fruncido, como que se las quiere dar de respetable. Me ve y se resiste. Acá, en la sala, que no tiene puertas laterales, está la gata. Su deseo a la distancia.” (pág.111)
Trilogía conjetural del amor.
- Los del pretil: “Sentados en un pretil de un color que simpatiza más con la arena que con el cemento, están los dos enamorados. Ella, clara, pelo mono y recortado, con algunas pecas en la cara y un poco de más de dos décadas regadas en todo el cuerpo. Él, más afro que mestizo, con unas patillas delgadas que desembocan en el bigote enredado y fino. Me gusta ese juego y apuesto a que él es un año mayor que ella. Si pierdo la conjetura, qué importa: se pierde la vida, que no se pierda la conjetura.” (pág.121)
- Los del Higo: “Otro día y otro par de enamorados. Deben ser las cinco de la tarde en la avenida primera. En los corazones de ellos ningún reloj les estropea el tiempo. Están montados en las ramas torcidas de un higo que se halla en la barranca del río.”(pág.124)
- Los de mesa: “Una tarde, otra pareja, que no le teme a la reanudación de la lluvia. Pensando que pueden mojarse, aún hay pocas personas en las calles. Y otra vez mis ojos. Él, conjeturo, es un hombre de cincuenta años, bien trabajados; viste una camisa manga larga, de color azul cielo ambiguo. Parece comprada hoy mismo.”(pág.125)
Presento “Los ojos, la cabeza, los pies y otros aditamentos culturales de Benjamín Puche Villadiego” porque en el año 1971, conocí a Benjamín Puche mientras cursaba mis estudios de Licenciatura en la Universidad del Atlántico. Éramos un grupo de estudiantes que charlaba, que tomaba tinto y gaseosa, en la legendaria y conocida cafetería “La Barquita” cuando un amigo nos lo presentó. Era delgado, de tez blanca, en su rostro se marcaban arrugas que señalaban la contundencia de la vida y unos ojos como los describe José Luis Garcés: “Sus ojos que, siendo azules, han visto mucho rojo, mucho verde, mucho amarillo. Sus breves y profundos ojos”. Pidió una gaseosa. Era un hombre de conversación grata y, por lo tanto, también se tomó la palabra desde el mismo momento en que llegó, nos disertó sobre “El alfabeto cultural para campesinos adultos”, sobre la “Fórmula matemática para descifrar las trenzas y el diseño geométrico del sombrero vueltiao” (pág. 19), todo lo que nos iba diciendo lo trasladaba a mano a unas hojas que rápidamente se agotaron. Su charla sobre ese tema fue interesante y de mucho asombro.
Finalmente, recuerdo que sus palabras me quedaron grabadas porque estaban dirigidas a que investigáramos y estudiáramos la región nuestra. Desde esa tarde, nunca más lo vi, hasta ahora que me lo “encuentro” entre las páginas de este libro.
“Analectas sociológicas y literarias”, es un texto de páginas abiertas, con el olor de la inconformidad, en las que muchos autores tienen un lugar merecido para que sean leídos, recordados y sepan el legado cultural y literario que han dejado para las otras generaciones.
Además, como corolario, después de leer todo el texto de “Analectas sociológicas y literarias”, quiero expresar que la literatura también ayuda a conmover, a estremecer y a cambiar algo en el lector.
Septiembre 17 de 2020
Santa Marta, cerca del mar.