(COMPAE GOYO)
PRÓLOGO
Por JOSÉ LUIS GARCÉS GONZÁLEZ
1
Toda buena poesía posee su magia particular. Se
expresa en ella. Esa magia es su alma. Aclaremos:
no se habla de una belleza mansa, de una
perfección tan calculada que resulte fastidiosa e
inocua. Se habla de una magia que surge de la
propia entraña de la poesía, de sus laberintos más
íntimos. Una magia que está ahí. Que ha llegado,
no se sabe por qué caminos. Una magia que
embelesa y desconcierta. Que por la dialéctica de
su propia estética puede conducirnos a la alegría o
a la tristeza.
2
No es exagerado decir que la poesía de Guillermo
Valencia Salgado está en estrecho contacto con la
historia. No con la historia ampulosa, realizada en
geografías colmadas de blasones añejos, sino con
la historia de apariencia pequeña, que parece no
estar dotada de trascendencia, pero que va lenta e
imperceptiblemente confeccionando el destino
irreversible de los pueblos.
En este libro, quizás la excepción sea El Sinú,
poema que constituye un inmenso fresco de
historia y de telúrica, donde los elementos míticos
y terrígenos se combinan para eclosionar en una
realidad de ensueño y de misterio: el Sinú.
. ….
Toda la obra maestra del «Compae Goyo», es la historia oculta ya enterrada por las profundidades del tiempo, testigo de ver fluir las aguas del Sinu, su gente y sus costumbres más adheridas (como la tierra bajo los pies), su hilo de conexión histórico_cultural junto a ese cúmulo de ciclos eternos de los inexplicables dolores y alegrías humanas. Que empujan a garganta herida, a expandir un grito (…).
Gracias José Francisco por su aporte